En esa ubicación espacial, el millón de argentinos que salió a las calles está a la derecha y Cristina, Boudou, De Vido, Kiciloff, Moreno, Tomada, Bossio, Larroque, D’ Elía, Picheto, Jaime, Schiavi, los gobernadores K, Yasky y la CGT Balcarce están a la izquierda.
La confusión parte, a mi juicio, de una inadecuada caracterización del gobierno.
En la etapa post neoliberal el neo desarrollismo que encarna el proyecto kirchnerista significó la adaptación del desarrollo capitalista a la nueva coyuntura internacional profundizando nuestra inserción pasiva en el mercado mundial como exportador de commodities a las nuevas potencias emergentes.
La tríada megaminería, monocultivo sojero con transgénicos y agrotóxicos y urbanización caótica se articuló a través de un modelo político autoritario, asistencialista y crecientemente antidemocrático. El estatalismo parcial, ejecutado «in artículo mortis»sobre las AFJP, Aerolíneas o YPF no invalida sino que refuerza la caracterización esencial.
La ilusión llevó a los Kirchner a pensar que los dólares chinos iban a alcanzar para todo e iban a durar toda la vida. Hoy la realidad les devuelve los cortes de luz como espejo de los subsidios indiscriminados, la tragedia de Once como la contracara del esquema del capitalismo de amigos, a la crisis energética como reflejo del manejo prebendario de REPSOL y las corporaciones petroleras.
Gambina se equivoca cuando pone lo político al mismo nivel que lo económico entre los determinantes del 8N.
El cepo cambiario jugó su papel como el impuesto al salario o el 82% negado a los jubilados. Un tema social, como el crecimiento de la delincuencia estuvo en lo alto de las demandas. Pero lo esencial, lo que unificó, fue el repudio político al gobierno y a Cristina Kirchner. Su manejo autoritario de los multimedios K, el INDEK y la cadena nacional, la descalificación hiriente y chicanera a demandas legítimas, la corrupción como política de Estado, su presión impune sobre la Justicia y sobre todo el armado del intento re reeleccionista para tener Cristina for ever y perpetuar (entre otros) a Boudou y a Moreno en el gobierno y a Yaski al frente de la CTA.
En ese sentido no hay que avergonzarse de que el 20 de noviembre se interrelacione con el 8N. En ambas acciones hubo y habrá muchos impuros. Dentro de esa impureza es donde hay que luchar para conducir los procesos de masas para que la superación del neo desarrollismo K no signifique la vuelta a los 90.
Diciendo que Cristina está a la izquierda del millón de argentinos que se movilizaron el jueves le servimos en bandeja a la reacción su capitalización y conducción política.
Eso sí es hacerle el juego a la derecha.