BRASIL EN LA ENCRUCIJADA
En pleno centro de San Pablo está la sede de la Confederación Sindical de las Américas. Es primero de julio y acaba de finalizar la reunión de sindicatos de salud de la Internacional de Servicios Públicos (ISP). Representan centenares de miles de trabajadores públicos y privados de todo el país. La gran mayoría simpatiza con el Gobierno y la figura de Dilma. Por ello es llamativa la dureza con la que han descripto (y criticado) una política laboral y sanitaria que puede enterrar definitivamente la consigna «salud derecho de todos y deber del estado» con la cual se construyó desde 1988 el sueño del Sistema Único de Salud (SUS).
NÚMEROS GIGANTES
El SUS, garantiza en teoría la atención universal y gratuita de 160 millones de brasileños como derecho de ciudadanía. Con hospitales públicos y centros de salud desfinanciados, tercerizaciones y precarización en buena parte del territorio, esa garantía es solo una expresión de deseos. En paralelo el sector privado (llamado medicina complementaria) no deja de crecer. Hoy brinda atención a 50 millones de brasileños y como mercado supera en mas del doble a toda América Latina junta, de Río Grande a Tierra del Fuego. El volumen de dinero que maneja llega a casi el 4% del PBI y ya supera levemente al gasto estatal consolidado.
EL PAQUETE DEL ASOMBRO
Los sindicatos debatieron sobre tres ejes de la política de Dilma
a) Apertura al capital extranjero. La ley de inversiones extranjeras del Gobierno del PT propugna un marco por el cual ya varias de las empresas de salud han sido adquiridas por capitales norteamericanos. Los reyes de la salud privada entran y se instalan en el mayor mercado de América Latina y el Caribe.
b) Tercerización laboral. La ley 4330 ya fue votada en ambas cámaras y está en presidencia a la espera de su promulgación. Se levanta en ella toda restricción a la tercerización laboral. En salud decenas de provincias y municipios tercerizan a manos de «OS» (organizaciones sociales) sus responsabilidades de prestar servicios del SUS. La ley 4330, si no es vetada por Dilma, profundizará el proceso de precarización laboral.
c) Brasil no tiene obras sociales. Está el SUS. Sin embargo el lobby empresario está batallando para que se les permita afiliar a todos sus trabajadores (como parte del salario) a un seguro privado. Hoy este fenómeno crece pero su universalización en el ámbito del trabajo registrado daría al SUS un golpe de muerte, dejándolo en un lugar marginal para atender solo a la población mas pobre, carente de todo derecho.
DILEMA DILMA
Los sindicatos, a la hora de analizar acciones, dejaron de lado sus simpatías político partidarias. Fue claro para todos que estos avances contra el SUS y los derechos ciudadanos son también duros golpes para los trabajadores de salud. Aprobaron un menú de trabajo que incluye desde el lobby parlamentario hasta la acción de inconstitucionalidad contra estas leyes, amen de movilizaciones locales y nacionales.
En México los sindicatos de salud de la ISP aprobamos una movilización continental para el 17 de septiembre, contra las privatizaciones y por nuestros derechos laborales. Brasil será, sin duda,un epicentro de esa jornada.
Jorge Yabkowski
Presidente FRESPROSA